El licor de su piel... O-M-A es como el infierno y como el cielo... irreal



Otras de esas tardes de inexistencia...


O-M-A


[ Los ojos se le cerraron en el paraíso de la Muerte ]


No había fechas ni palabras para decirle, ni a Dios... ni al Diablo
Fúnebre, no... [ Entiéndase que O-M-A no está aun muerta, sólo agonizando dolorosamente]
Así es O-M-A , tendida en su lecho , en su mismísima muerte... No hay un Ciro que tome su mano, no hay un amante que cubra la perdición de su aliento negro , no hay nada...
¿ Saben que a ella le gustan los días tristes y las nubes negras?
[Afuera debería haber un día triste, pero no, es el día más hermoso que se pueda imaginar y yo, como siempre, tengo más desgracias enardeciéndome, porque no quisiera irme aún ...]
A mi amada María Tristeza le gustan esos días ( y por ello , hoy no habrá un día nublado de luto, sino felicidad, por fin ha de morir una bastarda)
Cada día de la soledad y la agonía le asemejan a la frágil lágrima que escurre en sus mejillas, toma un poco de valor ver sus rasgos murtuorios (se los aseguro, no es nada estético) y la trenza en su menuda espalda parece desgajarse junto con sus días en este mundo,esta etérna y enrredada le recuerda a las flamas que le queman, las mismas que fulguraron en su explendor alrededor de su infame amante y de las posturas sensuales que la retorcían de pasión en sus años, hoy sólo queda una triste muestra de suero contaminada por el reflujo de su sangre y una trémula esquela de que parece tener vida...
El infierno habrá de ser para ti...
Qué Dios no se apiade, que el Diablo no te alabe, es mi único deseo...
Lo sé, eres peor que las flamas del infierno y aún más ardiente ¿ Satán velará por ti?
No sé si temer a ello, pero tengo por seguro, que si algún ser divino pudiera con tu alma, sólo la destrozaría...
Tú nunca dejarás de ser la luz turbia.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La duración de la luz es el parpadeo de la sombra...

Tuve miedo... La oscuridad brillaba con sus ojos de gato ...¿ me amarás, O-M-A?

... Igual que ayer, María Tristeza